El 16 de abril es el Día Mundial contra la Esclavitud Infantil en homenaje de Iqbal Masih, un niño pakistaní quien fue vendido a la edad de 4 años por su padre. Iqbal paso su infancia trabajando encadenado a un telar en régimen de esclavitud, pero a los 10 años, Iqbal pudo escapar de la fábrica de alfombras y así se convirtió en un activista contra la explotación laboral infantil, hasta que un 16 de abril de 1995, a sus 11 años de edad, fue vilmente asesinado, pero la explotación, esclavitud y maltrato infantil no terminó con el asesinato de él. No tenemos que viajar a Pakistán o la India para observar aquello, pues ¿Cómo estamos por casa?
En estos días hemos sido golpeados por la cruda realidad que vivía un niño de 13 años en Iquique, que vivía en situación de esclavitud, explotación, graves maltratos, presentando un alto nivel de desnutrición a manos de su madrastra, quien fue designada por un tribunal como “cuidadora”, pero hoy ha sido formalizada por homicidio frustrado. Pero el año pasado (2024), supimos de una niña boliviana, de ocho años, que fue vendida por su abuela a otra familia boliviana migrante y la niña fue utilizada, en Rengo, región de O´Higgins, para realizar trabajos de servidumbre, como esclava infantil, tratos inhumanos y sin derecho a ir a la escuela, pues no tenía documentos de identidad. Pero junto a estos dos casos de esclavitud infantil, debemos recordar a Paola Pacajes Canqui, niña migrante boliviana, quien a sus inocentes diez años, muere (2013) en un incendio intencional en la caleta Carrizal Bajo, Copiapó, después de haber sido violada, estando bajo la tutela de una “cuidadora” designada por tribunales, y cuyas autoridades constataron ex post-facto, que “la cuidadora” obligaba a la niña “a ejecutar tareas como lavar ropa, asear la casa donde vivía, cuidar a otros niños y dormir sobre un colchón al interior de una bodega de material ligero ubicada en el patio de domicilio.” Pero si pensamos que estamos enterado de todo, déjeme recordarle el caso de Ángel Márquez Zapata, un niño de 4 años de la comuna de Molina, que es asesinado (Agosto 2015) por su madrastra de 28 años de edad, otra “cuidadora”, que incluso obligó al hermano mayor (11 años) de Angelito a cargar el cuerpo muerto en una mochila por varias calles para arrojarlo al olvido. Su cuerpo presentaba alto nivel de desnutrición, y los profesionales señalaron en su momento, que Angelito, a sus 4 años usaba pañales, presentaba problemas de lenguaje, descuido y vulnerabilidad y distintos peritajes ex post facto, demostraron que la madrastra protectora “sometió al niño a una serie de abusos y maltratos físicos, tras lo cual lo asesinó obstruyendo con sus manos los orificios de su nariz.”
No voy a pedir un minuto de silencio porque ya hemos cayado mucho. No voy a pedir un minuto de silencio porque por siglos se nos ha condenado al silencio, ¿Para qué pedir un minuto de silencio, …para qué, …para callar y ser cómplice de esta podredumbre humana, mientras la infancia en Chile es vulnerada en la esencia de sus derechos?
No sirve de nada indignarnos por estos casos, de nada sirven los meros maquillajes para “la tele” y la opinión pública cambiando el nombre de una institucionalidad por otra, si no hay cambios profundos de nuestro ordenamiento jurídico, político, cultural y espiritual.
Según datos de la Defensoría de la Niñez, entre el 2021 y 2024, l@s niñ@s y adolescentes que han sido víctimas de delitos de tortura, malos tratos, genocidio y lesa humanidad en Chile han aumentado un 40,5%, según el estudio Diagnóstico sobre la Situación de Derechos de la niñez y adolescencia 2025, de ese porcentaje, 1.727 corresponden a víctimas hombres (85%) y 303 mujeres (15%). La Encuesta de Actividades de Niños, Niñas y Adolescentes (EANNA) del 2023 demuestra que un 15,5% de los niñ@s se encuentra sufriendo trabajo infantil obligado, estilo de vida que es traumática porque, como decía el Psicólogo Alfred Adler, ellas son “cargas muy pesadas” para su edad. ¿Usted sobreviviría a ese sometimiento siendo niñ@?
Much@s rasgaran vestiduras hipócritamente por la vida que tienen l@s niñ@s vulnerad@s en Chile, pero en la medida que sigamos construyendo una sociedad individualista, competitiva, capitalista y hedonista, l@s “chacales human@s” seguirán existiendo y abusando de la infancia y la adolescencia local como internacional, y esto niñ@s tarde o temprano serán adultos y de ellos no esperemos conductas y respuesta de plena ternura y comprensión. Al respecto Wilhem Reich, psicólogo, que muere encarcelado en USA y sus libros quemados, nos dijo: “La estructura caractereológica del hombre actual que está perpetuando una cultura patriarcal y autoritaria de hace cuatro a seis mil años atrás, se caracteriza por un acorazamiento contra la naturaleza dentro de sí mismo y contra la misería social que lo rodea. Este acorazamiento del carácter es la base de la soledad, del desamparo, del insaciable deseo de autoridad, del miedo a la responsabilidad, de la angustía mistica, de la miseria sexual, de la rebelión impotente, así como de una resignación artificial y patológica.”
El sociólogo chino Alex Thio reflexionara en USA: “La desigualdad de poder en la sociedad no sólo afecta la cualidad de la vida de las personas en general, sino que también influye en el tipo y cantidad de desviación social en que pueden incurrir. La desviación es, en ese sentido, una consecuencia del poder social.” Un proverbio africano dice: “El niño que no es abrazado por su tribu, cuando sea adulto, quemará la aldea para sentir su calor” Por eso estamos todos llamados a proteger el sano desarrollo de l@s niñ@s y adolescentes y no a empujarlos a que desarrollen conductas y actitudes desadaptativas y desviadas socialmente (como lo que está ocurriendo con los adolescentes de las barras bravas), pero en la medida en que sigamos actuando indolentemente ante la realidad que vive la infancia en Chile, en la medida que la Salud Mental siga siendo paupérrima y huérfana en Chile, lamentablemente, los Iqbal Masih, Ángel Márquez Zapata y Paola Pacajes Canqui irán en aumento en una sociedad injusta y desequilibrada.
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