¡Qué duda cabe!, en una visita a España, por mucho que escudriñes su historia, te encontrarás con sorpresas. De hecho, no basta recorrer Madrid, debes acercarte a la estación de trenes de Atocha y elegir diferentes destinos, existen algunos muy cercanos y uno de esos es la ciudad de Segovia, aproximadamente a una hora y con monumentos imperdibles, cómo el Acueducto, herencia de los romanos. Pero fue en su Alcázar, donde encontré la sorpresa, en las afueras del castillo medieval, inspiración de Disney, en la tienda de souvenir, un poster metálico histórico de los tiempos del salitre. Así rezaba el aviso, “abonad con salitre chileno”, situación que me llevó a considerar un deber interiorizarme de la historia calichera.
Si recorres San Pedro de Atacama, donde puedes ver las raíces Aymaras, también te explicaran la existencia actual de microorganismos en los salares, que se dirigen a teorías del origen del mundo. Puedes imaginarte incipientes poblaciones humanas caminar el desierto e interactuar con ese difícil medio, en épocas pretéritas de unos diez mil años, según los signos y testimonios encontrados. In situ puedes también imaginar leyendas de la etapa precolombina que habla de eternas fogatas al arder la superficie calichera. Esos testimonios caminaban de generación en generación, hasta que ya en la era colonial, el cura de Camiña llevando agua bendita, recoge unas muestras y luego se determina que contenían nitrato de potasio. La sapiencia del sacerdote lo hizo observar que plantas asociadas a esos terrenos demostraban un crecimiento extraordinario, así nacía este abono natural.
Ya no era casualidad, la vida me ponía de frente demasiadas veces con la historia calichera, cuando un cuñado me da un increíble regalo, un escrito maravilloso y láminas tipo poster valiosísimas del camino publicitario, que Chile debió hacer a principios del siglo pasado, en los cinco continentes. La verdad nunca me ha gustado la publicidad de radio y televisión, a excepción de escasos anuncios, sin embargo, lo que hizo el país para promocionar el principal producto de exportación, fue una joya. Ahí entendí el aviso encontrado en Segovia, e imaginé sus rebaños ovejeros, caminar por empastadas planas y de lomajes verdes de nitrógenos aymaras, procedentes de nuestros territorios, trabajados por manos duras de leyendas. Puertos creados para buques calicheros, sacrificios y guerras por el oro blanco y finalmente oficinas salitreras fantasmas.
El Archivo Nacional de Chile, cuya historia se remonta a mediados del siglo XIX, tiene por misión “conservar, hacer accesible, difundir y en general poner en valor los documentos”. En este contexto y con la finalidad de cumplir su misión, ha puesto a disposición la tercera edición ampliada y corregida de la carpeta “Imágenes del Salitre”. Rechinan actualmente las salitreras, la sal sostiene los pilares, tabiques y dinteles, que otrora levantaron los empresarios y gobiernos peruanos, bolivianos y chilenos. Retumban las balas de la Guerra del Pacífico, que permitió a nuestro país anexar gran parte del territorio nortino, millas náuticas y cielos transparentes que hoy en día constituyen el laboratorio planetario más importante del orbe. Ahí permanece la costra blanquecina, que, sin duda, algún día, nos mostrará otros secretos.
La inestabilidad del mercado mundial, la creación de fertilizantes sintéticos, las guerras mundiales, fluctuaciones de la actividad agraria etc., llevó a los empresarios salitreros a buscar nuevas estrategias de comercialización. Fue así que se llevó a realizar una fuerte campaña publicitaria del salitre natural dirigida al sector agrícola, el gran mercado del nitrato. Afiches, calendarios, trípticos, cómics, folletos, discos de vinilo, agendas etc. El destino involucraba Europa, luego Medio Oriente, Lejano Oriente y finalmente América del Sur. Se buscaron leyendas de la idiosincrasia de cada país, de su imaginario colectivo, de su cultura, de sus productos y vestimentas, buscando una representación de la historia universal. Así crecían los trigos, ballicas y cereales, con la impronta del último rincón del mundo.
El campesino preparaba la poncha, la ubicaba en la parte delantera, amarrada en la espalda con unos cordeles, la llenaba con cristales de salitre y la tiraba al voleo alrededor de las plantas. Una vez absorbido el nitrato por las raíces, era traslocado a la parte aérea, para posterior asimilación vía aminoácidos y proteínas. Los tonos verdes clorofílicos fueron el deleite de alemanes, belgas, holandeses, españoles, gringos, franceses, ingleses, irlandeses, italianos, rusos, portugueses, suizos, checoslovacos, suecos, noruegos, daneses, entre otros. Científicos alemanes en el 1910 patentaban el salitre sintético y con ello, sepultaban no sólo la industria chilena, los sueños del desarrollo, o la macroeconomía, mas bien hacían estéril los sudores de los calicheros que definitivamente se hundían en los pantanos de chusca.
Sabido es que Europa, vive de su rica historia y nuestro país algo tiene que decir. En la región de Extremadura, España, con fecha 28 junio del 2023, se tomó resolución que todos los carteles art déco de nitratos de Chile, se declararan Bien de Interés Cultural, con el objetivo de conservar los ejemplares que perduran en la región. La Consejería reconoce que estos carteles “poseen un incuestionable valor patrimonial, artístico e histórico puesto que son exponentes del diseño y la imagen publicitaria española de la década de 1930, así como el reflejo de la sociedad y la economía agraria de ese momento”. En el 1910 proliferaron carteles con azulejos de mosaicos decorativos, son símbolos de la sociedad del pasado y es fundamental conservarlos como testimonio antropológico y cultural. EL Archivo Nacional de Chile y sus “Imágenes del Salitre”, también van en esa dirección.
La sombra de un aldeano sobre la de su caballo se refleja, luego de casi 100 años en ayuntamientos y esquinas de Extremadura, España, mientras las hojas amarillentas de viejos libros, transcriben los viajes en carreta de los pampeanos nortinos, quienes llevaban los cristales, extraídos de las cuevas calicheras hacia las Oficinas. El viento caliente de tarde y frío de noche, crea los murmullos del Humberstone fantasma, de pulperías con fichas inquietas, de barcos cargueros en Pisagua, huaynos alegres de bares, guerras largas y trabajos desgarradores. Nitrato aymara, el cara y sello, pólvora y fertilidad, reyes y obreros, apogeos y abandonos …
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